Cambio de paradigma: debilidades
Estuve viendo el video donde Inés Temple habla de la forma en que una persona debe hablar de sus debilidades en una entrevista de trabajo (http://youtu.be/03oyCDg85bk). No puedo estar más de acuerdo con las recomendaciones que da. Sin embargo, me surgió una duda del “otro lado”.
Para nadie es un secreto que los seres humanos somos imperfectos desde que nacemos hasta que morimos. A medida que nos vamos conociendo, conocemos más virtudes y defectos que “pueblan” nuestra experiencia de vida. Y gracias en buena parte a esos errores que cometemos, mejoramos. Entonces, ¿por qué en una entrevista de trabajo es tan importante mostrarnos con menos defectos de lo que en verdad tenemos? La respuesta es obvia, porque estamos compitiendo contra otros y en una disputa no es “bueno” mostrarse “peor” que el otro.
Ahora bien, del lado del reclutador, ¿por qué “es mejor” el candidato que menciona pocos defectos? ¿Acaso es mejor aquella persona que oculta sus defectos? ¿O es mejor aquel que no los tiene? ¿Alguien no tiene defectos? Todas estas dudas son complejas de resolver. Por educación tradicional creemos que los defectos son malos y que las virtudes son buenas. En el tema laboral, esto no debería ser el punto de decisión acerca de un candidato. Porque por ejemplo, reconocer un defecto es algo positivo que lamentablemente no todos tienen. Significa que se hizo un autoanálisis que es parte de la inteligencia emocional.
En este sentido, parte de nuestro trabajo como reclutadores debe ser quitarnos la idea de la cabeza de que los defectos son malos. Los defectos, debilidades u oportunidades de mejora, son en parte el reflejo de lo que somos como personas, pero más importante que la debilidad en sí, es lo que la persona hace para cambiar eso.